domingo, 20 de marzo de 2011

EN LA QUE SE COMENTA EL BRUTAL TERREMOTO Y POSTERIOR MAREMOTO QUE AFECTÓ AL NORTE DE JAPÓN Y SUS PLANTAS NUCLEARES.











Le tocó ahora al Japón
un inmenso terremoto;
impactantes son las fotos
que se ve en televisión.
Al igual que en Concepción,
la mar salió de su centro
y se vino tierra adentro
con su fuerza incontenible,
causando daños terribles
en ese viernes siniestro.











Para acentuar estos males
se dañaron los motores
que enfrían los reactores
de la plantas nucleares.
Buscando a sus familiares
trabajan hombro con hombro
y meditan con asombro
lo que pasa en Fukushima:
“así habrá sido Hiroshima”,
mientras remueven escombros.









La nieve llegó después
(el Japón está en invierno)
acentuando así el infierno
para el pueblo japonés.
Cubriendo lo que se ve,
cae sobre aquellas ruinas;
ya no hay calles, no hay esquinas
no se ve sobrevivientes,
y aunque el frío es inclemente,
la esperanza no termina.










Hay que enfriar –como sea–
el núcleo de las centrales.
Echando agua a raudales
les van dando la pelea.
No hubo toque de queda
porque nadie anda robando
ni se anda aprovechando
de sus propios compatriotas.
La cultura se les nota
aunque estén agonizando.

Sabiendo que así se exponen
a la muerte radiactiva
entraron el mismo día,
en medio de los temblores,
a evitar daños mayores
que afecten la población.
Estos héroes de Japón
trabajan de noche y día
arriesgando así su vida
para evitar la fusión.











El mundo observa perplejo
el resultado final;
pero en vez de ir a ayudar,
agradece estar muy lejos.
Entre tanto, en el Consejo
de las Naciones Unidas
se ocupan de “salvar vidas”
bombardeando a Mohamar,
porque eso “no puede esperar”
en bien de la economía.

En Francia como en Hungría,
en Suiza y otros lugares,
se cuestionan las nucleares
que producen energía.
Pero en Chile todavía
se mueven los intereses
y dentro de pocos meses
se firmarán los tratados
de instalarla en estos lados
igual que los japoneses.

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