DONDE UN CIUDADANO DEMUESTRA, –CONTRA LO QUE SE DICE–, QUE CIERTA EMBAJADA NO REALIZA ACTIVIDADES RARAS

¡Hay sorpresa, conmoción!
¡Increíble y asombroso!
¡Bah, qué raro, qué curioso!
¿No será equivocación?
Se niega la población
a creer en este infundio:
no puede ser que el gerundio
de “pasar” esté pasando
ni que nos anden espiando
los dueños del latifundio.

Me fui para la embajada
a ver al embajador
y me recibió un señor,
allí, en la puerta de entrada.
Muy atento saludaba
¡era tan buena persona,
que recordar me emociona!
Me tomó fotografías
pa’ mandarlas a su tía
que “las guarda y colecciona”.

Me aspiraron la terneada,
me limpiaron las uñitas;
me dijo una señorita:
“gentileza e’ la embajada”
“¿Se sirve usté’ una empanada?
¿Prefiere torta o champán?
Pero si usté’ es musulmán
tenemos una salita
que ofrecemo’ a las visitas
pa’ que lean el Corán”.

“El señor embajador
no va a poder recibirlo;
es lamentable decirlo,
pero está con el doctor.
Cuando se sienta mejor,
lo atenderemos primero;
perdone usted, caballero,
pero le ha empezado un tic
por el virus WIKILIK
que recorre el mundo entero”.

Me retiré cabizbajo
después de tanta atención
y me fui a mi habitación
allá por los barrios bajos.
Mañana, allá en el trabajo
contaré a la muchachada
que no es na’ cierto que espiaban
porque son de buena traza:
¡me siguieron a la casa
pa’ que no me pase nada!